Un niño quiso comprar un perro discapacitado a un granjero. ¿La razón? Te hará llorar 1 - Locarisa

Un niño quiso comprar un perro discapacitado a un granjero. ¿La razón? Te hará llorar

Mi corazón se derritió al leer esta historia...

‘Un granjero tenía unos cachorros que necesitaba vender. Pintó una señal promocionando a los 4 perritos y fue a clavarlo en un palo en su patio. Cuando estaba terminando de clavar el anuncio, sintió un jalón en su bata. Miró hacia abajo y vio a un pequeño niño’.

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“Señor”, dijo el niño. “quiero comprar uno de sus cachorros”.

“Bueno”, respondió el granjero mientras secaba el sudor de la parte de atrás de su cuello. “Estos cachorros vienen de buenos padres y cuestan mucho dinero”.

El niño bajo su cabeza por un momento, luego comenzó a revisar sus bolsillos, sacó un puñado de monedas y extendió su mano hacia arriba para dárselo al granjero.

“Tengo treinta y nueve centavos. ¿Es suficiente para poder verlos?”

“Claro” dijo el granjero, acto seguido sopló su silbato. “Aquí, Dolly” llamó.

Desde la casa para perros, corriendo por una rampa, salió Dolly seguida de cuatro pequeñas bolas de pelo. El pequeño niño presionó su rostro contra la cerca de alambre. Sus ojos se abrieron llenos de asombro. A medida que los perros se acercaban a la cerca, el niño notó algo más dentro de la casita para perros.

Lentamente, otra pequeña bola peluda apareció; ésta era notablemente más pequeña que las anteriores. Se deslizó por la rampa y después, de una manera algo torpe, comenzó a cojear hacia los otros haciendo su mejor esfuerzo por alcanzarlos

“Quiero ése” dijo el niño, señalando al pequeñito.

El granjero se arrodilló al lado del niño y le dijo: “Muchacho, tú no quieres ese cachorro. Él nunca será capaz de correr y jugar contigo como podrían hacerlo los otros”.

Al decir eso el niño se separó de la cerca, se agachó y comenzó  a enrollar el pantalón de una de sus piernas. Al hacerlo reveló dos barras de acero que bajaban por ambos lados de su pierna, atados a un zapato especial. Mirando de vuelta al granjero, le dijo: “Verá, señor, yo no corro muy bien tampoco y necesitaré alguien que me entienda”.

Con lágrimas en sus ojos, el granjero tomó al cachorrito, lo tomó cuidadosamente y se lo dio al niño.

“¿Cuanto es?” preguntó el pequeño…

“No es nada”, respondió el granjero, “El amor no tiene precio”.

-Autor desconocido

Qué hermosa historia para ayudarnos en un día difícil. Comparte el amor con tus amigos.

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