Ella era una tigresa de circo maltratada que nunca conoció el amor. Pero un día, ella encontró a su alma gemela… 1 - Locarisa

Ella era una tigresa de circo maltratada que nunca conoció el amor. Pero un día, ella encontró a su alma gemela…

Una tigresa de Bengala llamada Aasha de nueve meses de edad pesaba solo 30 libras, que es el peso normal para un cachorro de apenas 3 meses. Cuando Vicky Keahey, fundadora del Texas’ In-Sync Exotics Wildlife Rescue and Educational Center, escuchó sobre su caso, supo que debía hacer algo de inmediato para ayudarla.

Se preguntaba cómo es que Aasha se encontraba tan delgada y descuidada, pero todo tuvo sentido cuando supo que pertenecía a un circo móvil. El USDA investigó recientemente sobre estos animales, y se encontraron con que no estaban recibiendo los cuidados apropiados. Sin dudarlo, Keahey acordó recibir a Aasha en sus instalaciones.

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Apenas la vio supo que estaba infectada con tiña. Tenía áreas sin pelaje por todo el cuerpo, su piel estaba seca y ensangrentada con manchas oscuras y agrietadas. También tenía heridas abiertas que Keahey asumió eran mordidas de tigres más grandes con los que ella había vivido.

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La tigresa fue llevada a un compartimiento aislado en In-Sync Exotics y comenzó a recibir medicación diariamente, dos veces al día. Keahey iba a su recinto y pasaba mucho tiempo con ella para que no se sintiera sola. Aasha también recibió a diario un baño medicado especial, que le ayudaron a sanar sus terribles lesiones en la piel. Ella odiaba el agua, así que Keahey debía perseguirla alrededor de su compartimiento para poder bañarla.

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Luego de ocho semanas de tratamiento, el pelo de Aasha finalmente comenzó a crecer de nuevo. Aasha aprendió a amar el agua, tanto que Keahey colocó una pequeña bañera en su compartimiento para que pudiera nadar y chapotear. Keahey también solía rociarla con una manguera, cosa que la tigresa disfrutaba mucho.

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Ocho meses después, Aasha ya lucía como una tigresa normal y perfectamente saludable. Keahey pensó que era el momento apropiado para presentarle otros tigres. La trasladaron a un compartimento donde sería vecina de un tigre llamado Smuggler, y este quedó completamente enamorado de ella. “Se volvió loco por Aasha, y todo el tiempo se la pasaba luciéndose frente a ella”, compartió Keahey.

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Keahey vio la conexión que había entre estos dos, así que les permitió tener «citas» cada cierto tiempo. Al principio solo eran sesiones de juego supervisadas, hasta que finalmente pudieron colocarlos juntos en el mismo compartimiento. Y cuatro años después, ¡siguen siendo inseparables!

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Con los años, Aasha pasó de ser una pequeña tigresa enferma, descuidada y maltratada que le temía incluso al agua, a ser una feliz y saludable tigresa adulta quien encontró a su alma gemela, ¡y que ahora AMA el agua!

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Mira a Aasha y a Smuggler en este video:
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